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Literatura

Recomendaciones semanales de libros o escritos que traten de la zona o realizados por personas de Guayana, los cuales pasan a formar parte de nuestra historia y allí radica la importancia de darlos a conocer.

Estampitas Guayanesas

Una Historia menuda del estado Bolívar

Autores: Diego Rojas Ajmad, Carmen Rodríguez, Carlos Espinoza, Roger Vilain.

Publicación: Ciudad Guayana, diciembre de 2016.

Es una recopilación de más de cien relatos sobre la historia cotidiana y menuda del estado Bolívar: temas, anécdotas, sucesos, y personajes que han estado relegado de las páginas de la historia oficial y que aquí nuevamente cobran vida para ampliar la mirada acerca de nuestro pasado.

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Las Estampitas, que fueron redactadas originalmente para su difusión radial, se caracterizan por la brevedad y por la estructura discursiva amena, no docta y apropiada a todo público.

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Los autores definen esta experiencia de investigación y difusión radial, que ahora ofrecen en su versión digital y electrónica, como “la búsqueda de una conciencia plena de la historia que servirá, en definitiva, para conocernos y encontrarnos a nosotros, habitantes de esta tierra guayanesa”.

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Los mismos también dicen que “Al transcurrir los meses, mientras se difundían los relatos por las ondas hertzianas guayanesas, constatamos la sorpresa y el asombro de muchos oyentes, jóvenes y adultos, al conocer y reconocerse en historias y facetas desconocidas de su entorno”.

Este libro, aunque está dirigido a todo público, concibe a un lector ideal: el que transita el mundo de los espacios educativos. Pensamos que estas “estampitas” podrían servir de estímulo al estudio de la historia regional en las aulas para que, con el concurso de la creatividad de los docentes, se profundice el vínculo de los guayaneses con su tierra.

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Estampitas Guayanesas es definitivamente un escrito que vale la pena leer para conocer más a Guayana y a esas historias que ella oculta.

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Disponible en el siguiente enlace:

http://fondoeditorial.uneg.edu.ve/catalogo/digitales/estampitas.pdf

-Por: Luis Centeno

La Agonía de una Ciudad

Angostura de realista a republicana (1817-1822)

Autora: Marianela Tortolero (historiadora).

Publicación: Ciudad Guayana, julio de 2013.

Según la autora: “Esta investigación de tipo histórica busca rescatar nuestra historia regional para revivir tiempos pasados que ha permanecido dormidos y por lo tanto desconocido para las nuevas generaciones.

El tiempo delimitado es el que corresponde a los duros años de la lucha independentista por parte de los rebeldes patriotas. Angostura fue un bastión importantísimo en dicha lucha por su ubicación estratégica frente al río Orinoco, principal corredor fluvial que permitía su conexión con el resto del territorio de las provincias en la época, además de las riquezas ubicadas en las Misiones del Caroní.

El problema de Angostura y su población es que no será fácil doblegarla, porque su gente sobre todo la clase dominante tendrá en todo momento una actitud hostil hacia la causa republicana y sus líderes, manteniéndose fieles al rey y a la preservación de su estatus quo. Por consiguiente, los líderes patriotas como Cedeño, Piar, entre otros, organizarán un sitio por varios meses para

poder someter y doblegar a los angostureños, y sólo así tomar la ciudad.

La intención es recrear lo sucedido durante eso duros años y también tratar de plasmar cómo fue el proceso de transición de ser una ciudad realista hasta constituirse en la capital de la Tercera República de la Independencia de Venezuela.”

Para los interesados en historia regional, este escrito de la mano de una profesional como lo es Marianela Tortolero, docente de la UCAB Guayana, que vuelve a demostrar por qué Guayana merece la 8va estrella, es imperdible. Todo un caso de perseverancia y lucha así como de realismo y tragedia nacional, justo como como muchos episodios de la guerra de independencia de Venezuela.

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Disponible en el siguiente enlace:

https://drive.google.com/file/d/1Ja2duaA0FgPdj7g33sV43tIy7rV_KBRF/view?usp=sharing

-Por: Luis Centeno

Guayana independentista

Autora: Hildelisa Cabello (historiadora).

Publicación: Ciudad Guayana, julio de 2013.

     La historia es nuestra base para el estudio y con ello nuestra historiadora venezolana Hildelisa Cabello nos trae un nuevo libro titulado: “El papel protagónico de Guayana en la independencia suramericana 1817-1821”. Y sí que es muy importante, sin Guayana no habría la independencia de la cual celebramos hoy.

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     Cabello, Licenciada en Historia, promocionó el libro en la Librería Latina del C.C Orinokia Mall para “promover entre las nuevas generaciones, el estudio del interesante proceso histórico que incorporó al sur venezolano a la guerra de independencia, y que conozcan el rol protagónico de Guayana a favor de la independencia venezolana y suramericana”.

     El tema principal se basa en la investigación de este momento histórico para comprender este era Bicentenaria de la independencia de Venezuela y Suramérica, y los recursos y las acciones que dieron en Guayana que proveyeron el sustento del ejército en cuanto a sus armamentos, ropa, y demás.

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     ¿Quieres saber? ¿Deseas proveerte de esta importante información? Pues ya te lo mencionamos, el C.C Orinokia Mall tiene a las manos este ejemplar para que lo disfrutes y las nuevas generaciones puedan fomentarse de su pasado.

-Por: Izamar Navarro.

CRÓNICA ORIGINAL:

Grieta en la sociedad

     Es domingo y con bolsos de viajero en mano y la grata sensación que solo un rato en familia puede producir en los huesos, espero un bus que me escupa de vuelta a Puerto Ordaz. Me encuentro en Upata y son las 2:00p.m.

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     Repentinamente, el silencio de la tarde es quebrantado… “¡Puerto Ordaz, San Félix!, “¡Puerto Ordaz, San Félix!”, pronunció un colector de forma enfática con el acento auténtico que les caracteriza mientras estacionaba el transporte. Nunca antes había subido a el bus que tenía frente de mí; cambio de planes, improviso colocando un pie en el primer peldaño del las escaleras del autobús, pago y me adentro en el pasillo. No hay puestos, el bus acelera, huele a alcohol y cigarrillos. Volteo a ver las caras en los asientos: la mayoría hombres, de piel tostada por el sol, con tatuajes y sin camisas. Algunos con cicatrices en la cara y en cualquier parte del cuerpo; están borrachos, por lo que puedo percibir. Mientras pasean por sus manos una botella de alcohol barata, gritan para hablar porque minutos después de partir, el volumen de la música era demasiado alto. Sentía miedo. “A ese pendejo lo van a matar, si es que ya no está muerto”, vociferan en el fondo del pasillo, son cuatro hombres, uno de ellos con los ojos muy rojos. “Mi hermano, en el campamento estaban zumbando tiros, ahí fue cuando pasó la cosa” escupe uno de ellos. “Ese desgraciado se robó la grama de El Mocho, ese no tiene pa’ donde coger. Ya está enterrao”, comenta otro mientras se levanta de su asiento y dirige su cara centímetros de la de quien acababa de hablar mientras lo señala. A aquello no le encontraba razón de ser, pero me daba mucha mala espina.

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     De repente entiendo todo. El autobús viene de El Callao, todos los que estaban allí, procedían de las zonas mineras, donde operan mafias dedicadas a la explotación ilegal de oro. Estos grupos de minería ilegal, mantienen su propia estructura social, siendo la ley, una persona, a quien denominan “Pran”. Me siento más nervioso. Venían de completar sus faenas en los campamentos mineros, traían consigo grandes sacos de alimentos y vestían botas de seguridad. Gran cantidad de la población Venezolana, se dirige a estas zonas; la crisis económica los ha impulsado a encontrar un resguardo a través de la minería ilegal, la cual es muy riesgosa en muchos sentidos.

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     No me doy cuenta de que tengo la mirada fija en los cuatro hasta que uno de ellos hace contacto visual conmigo; giro rápidamente mi cabeza y observo a los asientos que tengo frente de mí. Allí se encuentra una joven, no excedía los 20 años. Estaba en el asiento junto a la ventana y poseía una mirada apagada que parecía no observar nada en particular. A su lado está sentado un hombre en sus 30, había sadismo en su mirada y en la forma de tocar las piernas de la muchacha. Cada vez que intentaba acariciarla, ella se apartaba. La joven vestía un short jean muy corto y una especie de blusa rasgada que permitía ver su brassier.  El hombre le susurraba cosas al oído y se lanzaba sobre ella, tratando de besarla. Por un momento quise confrontarlo y detenerlo, pero él también estaba borracho y no me sentía nada seguro en aquél lugar, así que tragué saliva con amargo sabor a impotencia.

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     Me fijo en las pocas mujeres que se encuentran en el autobús, son mayores, pero tienen el mismo tipo de vestidura que la joven. Lo pienso bien y doy con la conclusión de que son damas de compañía. Estaban muy mal arregladas y tenía muy mal aspecto. Aunque la mayoría de la población de la minería ilegal, también hay mujeres que trabajan en los campamentos, cocinando, limpiando, u ofreciendo sus servicios de compañía.

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     “¡Coloca bachata!, grita alguien desde los últimos asientos. Insiste. Nadie cambia el disco que está sonando. “¡Compadre coloque bachata!”. Entre los gritos de los demás hombres y el alto volumen de la música, su voz no alcanzaba ser oída desde el volante. El hombre maldice y se levanta violentamente de su asiento, patea el bolso que se encontraba en el pasillo y se dirige al chofer mientras me empuja diciendo “cuidado”. Me siento como gallina en carretera.  Me imaginé tantos escenarios de lo que pasaría después, y en ninguno de ellos el autobús se mantenía en pie. El hombre llega al frente, dirige algunas palabras mientras señala la radio, la música se apaga y de repente, suena una bachata. Todo el autobús manifestó júbilo mientras corría de mano en mano, de nuevo, las botellas de alcohol. El hombre volvió a tropezarme mientras volvía a su sitio.

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     Más de lo mismo prosiguió durante el viaje hasta el terminal que fue mi parada. Al bajarme, sentía que traía conmigo algo pesado en mi hombro, seguía sintiendo toda aquella incomodidad incluso después de estar lejos de ellos; esa sensación de que nada está bien, esa sensación de pérdida, porque pude ver en todos ellos una degradación social, pude ver en todos ellos, unos individuos que ya no son ciudadanos, que no tienen un margen de conducta. Pude ver que no solo son ellos, que hay muchos y cada vez más en su mismo estado. Pude ver que no se detenía. Pude ver qué le ha hecho el Arco Minero a Venezuela; puedo ver la mirada de la joven y puedo ver al mismo tiempo una vida paralela donde se le ve alegre y con un título entre sus manos. Pude ver muchas cosas, cosas que muchos no notan, no porque no vivan experiencias como las que viví en ese bus, sino porque no miran con más cuidado a una ciudad cuya sociedad se hace pedazos cada día

-Por: Eduardo Vera.

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Puerto Ordaz, Ciudad Guayana, Estado Bolívar.

Venezuela.

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